sábado, 20 de noviembre de 2010



La uniformidad del lenguaje se originó desde el reinado de Alfonso X, más tarde en el siglo XV Nebrija fijó la primera norma ortográfica, diciendo que la única diferencia entre “b” y “v” era su escritura, pero el sonido sería igual. (Zamora,2004).

La gramática del castellano se escribió en tiempos de Alfonso el Sabio (Alfonso X), pero en esos tiempos “gramática” significaba “conocer el latín”.

La primera gramática castellana se imprimió en 1492, por Antonio de Nebrija, pero se volvió a imprimir tres siglos después. Fue también en este año que se publicó la primera parte del “Diccionario de Nebrija", en el que traduce el latín al español y realizando después una segunda parte en el que traduce el español al latín, este diccionario se uso sólo para que los hablantes tradujeran de una lengua a otra.

Después del descubrimiento de América, en el siglo XVI, los españoles les enseñaban el castellano a los indígenas, la mayoría de estos educadores eran de origen andaluz, y enseñaron según sus costumbres en el habla. En ese tiempo hubo un afluente de faltas de ortografía, encontrando en el mismo párrafo una misma palabra escrita en diferentes formas: Por otro lado hubo poetas que pidieron expresarse con faltas de ortografía, es decir usando “sus” reglas orthográficas, y así se ha hecho, aunque hubo poetas y poetizas como Sor Juana Inés de la Cruz que evitaron rimar con errores ortográficos. (A la Torre, 1989)

El primer diccionario académico publicado en el primer cuarto del siglo XVIII se llama “Las Autoridades”, aquí ya no es una traducción de lenguas, sino que son palabras acompañadas de textos en los que se muestra la manera correcta de emplearlas.

Son pocos los gramáticos españoles para hispanohablantes, en comparación con los del siglo de oro, una de las más importantes fue la de Gonzalo Correas, en 1626, escrita para que los hablantes del castellano conocieran sus reglas.

En los siglos XVI y XVII se dieron varios cambios en la pronunciación de la lengua, esto provocó la abundancia de tratados y manuales de “la gramática del bien escribir”, llamada Ortografía, la primera ortografía es la de Nebrija, publicada en 1517, después varios autores editaron sus Ortografías, hasta que en 1630, Gonzalo Correas edita la “Ortografía Kastellana”, quitando muchas formas que se usaban desde la Edad Media, pero que ya no correspondían a la realidad de ese momento, con el fin de que la lengua saliera de la esclavitud en que tenían los que estudiaban latín, uno de esos cambios fue el sonido de la H en el latín, Correas dijo que sale sobrando, afectando la pronunciación de palabras como theatrum – teatro. Correas dijo que se eliminaran las letras inútiles “para ke eskribamos komo se pronunzia i pronunziemos komo se eskrive, kon deskanso y fazilidad, sonando kada letra un sonido, no más”: años más tarde Juan de Robles y otros autores publicaron una “Censura” en el que rechazaban estas innovaciones. Ya que el mismo tiempo que se ahorra la gente al estudiar una letra con un sonido, es el tiempo que tardaría en descifrar el mensaje que se quiere expresar, buscando el significado correcto, en ese momento, de cada palabra. (A la Torre, 1989)

Entre los años 1580 y 1614 se vivió una revolución fonética en la lengua, es entonces cuando los hispanohablantes cometían muchas faltas de ortografía, y los gramáticos tratan de poner orden a esta anarquía, A la Torre (1989) comenta que

En realidad los que unificaron y conservaron la ortografía fueron los impresores de Madrid, en el siglo XVII acatando las normas por todas partes. El marqués de Villena funda la Real Academia Española (RAE) en 1713, comenzando como una tertulia, al ver que la vida social y cultural de esa época estaba transformándose gracias a la llegada de una nueva dinastía a la familia Real, estas reuniones fueron madurando la idea de formar un diccionario, para salvar y perpetuar un léxico que empezaba a perderse; fue hasta 1715 que se publica la primera versión de los estatutos de la corporación, donde aparece el propósito de hacer una ortografía; consientes de la necesidad de fijar las indispensables normas ortográficas. La ortografía apareció por primera vez en 1741, cuando dirigía la RAE don Andrés Fernández Pacheco. Las nuevas reglas ortográficas de la lengua española vienen desde hace más de medio siglo, cuando publicó las “Nuevas normas de prosodia y ortografía” en 1551, reelaboradas en 1973, más tarde en 1999 se publicó la más reciente versión, llamada la Ortografía de la lengua española, en las que hace algunos cambios en cuanto a la escritura de las palabras. (Moreno, 1999)

La igualación entre la b y la V, ha sido un tema a tratar desde que se habla el castellano, teniendo autores como Correas que dicen que es lo mismo usar una letra que otra; otros más hablaban que es diferente la pronunciación, la b labial y la v labiodental, hasta que en el siglo XVIII la Academia declara que “los castellanos no hacemos distinción en la pronunciación de estas dos letras” y establece que la distinción es puramente ortográfica, perdurando esta regla hasta nuestros días. La unidad de la lengua es gracias a la Real Academia Española, apoyado por las academias de cada país, tomando en cuenta que las hispanas se fundaron hasta el siglo XIX. (A la Torre, 1989)

Moreno, en 1999, menciona que la RAE mantiene una estrecha comunicación con las academias americanas, porque le interesa que todas se responsabilicen del fortalecimiento y la unidad de la lengua española.

La academia ha suscitado diferentes reacciones desde que se toma como ley divina, hay quien la considera represiva y retrógrada. En nuestros tiempos, no hay personas que no hayan tenido que usar alguna regla de la Academia, sin la necesidad de haber tenido en la mano los libros que ha editado, ya que muchos de estos conocimientos no vienen desde hace ya varios siglos (Siglo XVI, XVIII). El diccionario de la RAE es la autoridad suprema, en cuanto al uso de palabras, todas las personas que quieren hacer un diccionario, tienen que auxiliarse de éste. El acatamiento universal de las normas ortográficas de la Academia es un síntoma de que somos concientes de la unificación de la lengua. (A la Torre, 1989)

Casi la totalidad de los hispanohablantes acatan y respetan las normas ortográficas de la academia. Esto nos facilita mucho el trabajo al escribir, mantiene una unidad en la lengua, y con ello una mejor comunicación entre todos los países que tenemos esta lengua. Lo que se busca ahora es dar a conocer a todos, principalmente en las escuelas, revistas, periódicos, editores, éstas normas de la RAE. (Moreno, 1999)

Siglos después la Real Academia Española publicó que la ortografía que tenemos en el siglo XX, con el tiempo se le ha hecho algunos cambios pero prácticamente tenemos casi las mismas normas. Afirmando que la ortografía se debe usar en la escritura; los jóvenes poco a poco a lo largo de su educación deben hacer suyas estas normas y aplicarlas cuando sea conveniente, sin la necesidad de reconocer cada regla que la Academia publicó.

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